dijous, 3 de juny del 2010

Apellidos para la crisis

Por Elsa Claro
Publicado el 2 Junio 2010
Se le está llamando crisis europea al proceso global de contrariedades económico-financieras que atenaza al mundo. La referencia permanente a la deuda de los estados del Viejo Continente es cierta y a tono con el déficit superlativo de Estados Unidos: 1,56 billones de dólares este 2010, es decir, el 10,6% de su PIB y el mayor acumulado desde la II Guerra Mundial por lo menos. Es un récord del cual, inexplicablemente, poco se habla.
Por supuesto que los males ajenos no alivian los propios, pero es preciso tener presente ese dato acumulado por el país donde se generó el portentoso estallido replicado en diferentes espacios. Es, también, el sitio de donde proceden varias de las tendencias inductoras de la debacle.
Otro factor soslayado es el referido a que el neoliberalismo instaurado por Ronald Reagan en EE.UU. y Margareth Thatcher en Gran Bretaña, en los años 80, y más tarde puesto en práctica por el conjunto de la Unión Europea desde el 2000, está en el centro del problema que se intenta conjurar con esas mismas normas. Si al fuego le echas gasolina, se incrementará y algo de ese tipo están haciendo los gobiernos europeos.
La eurozona y el Reino Unido pretenden ahorrar 217 900 millones de euros y para lograrlo no se les ocurre modificar las estructuras de donde proviene la tensa situación. Mantienen un esquema urgido de cambio y recortan de donde menos hay. En Italia y sólo a modo de ejemplo, hasta las contribuciones a los discapacitados fueron rebajadas.
Y menudean las contradicciones. En Alemania se concluyó el 2009 con un débito del 3,3%, apenas unas décimas por encima de lo exigido por el Tratado de Masstrich, algo, por cierto, que pocos cumplen desde mucho antes de estallar la susodicha crisis. Pues bien, el Gobierno habla de un plan de austeridad entendiendo por ello el ahorro de 10 000 millones de euros anuales desde ahora y hasta el 2016. Para lograrlo hará parecido o igual al resto: rebajar o congelar salarios y pensiones, disminuir los presupuestos sociales, incluyendo, parece, los subsidios al desempleo y un montón de etcéteras similares, siempre manteniendo a salvo a quienes nunca dejaron de percibir altos ingresos.
A contrapelo, y según el Instituto Alemán de Investigaciones Económicas de Berlín, los gastos de la participación germana en Afganistán implican 3 000 millones por año. Cálculos de esa institución indican que si no se aumentan los 5 300 soldados que el Gobierno de Merkel tiene ahora en el país centroasiático, y suponiendo se emprenda una retirada dentro de tres años, participar de la aventura iniciada por Washington le habrá costado al país 36 000 millones, o sea, muchísimo por encima de cuanto se pretende economizar en un quinquenio. Y en esta cuenta no se incluye el presupuesto militar.
“Hemos heredado un desastre económico”, dijo el recién estrenado ministro de hacienda británico George Osborne, al referirse a las reducciones en cartera, culpando así al Gobierno saliente de lo que se disponen a ejecutar quienes acaban de asumir mandato. Reducirán 970 millones de euros del gasto en educación (sector podado varias veces ya) y hay rebajas similares en trabajo o pensiones. La tala incluye dejar fuera de sus puestos a médicos, enfermeras, docentes, con lo cual se deterioran sectores bastante estropeados.
Las medidas van a aumentar la tasa de paro en el Reino Unido, que ahora sobrepasa el 8%, y con inclinación a seguir elevándose en los próximos meses. Esos ajustes fueron notificados por la reina Isabel II con todo el boato de las viejas costumbres que, dicho sea de paso, se efectúan en la cámara de los lores, donde los comunes, (incluyendo el Primer Ministro y su gabinete) no tienen asientos y deben permanecer de pie, casi hacinados, en un recinto donde imperan el lujo y usanzas poco a tono con la situación dominante.
El problema no radica en que las casas reales europeas continúen recibiendo elevadas asignaciones de los Estados sin rendir cuenta de cómo lo gastan, haya abundancia o escasez. A escala de institución, la UE tiene establecida la entrega de subvenciones a la agricultura pero el estímulo se aplica ante todo según la cantidad de tierras que se posea, estén o no cultivadas. Los granjeros de menos porte se quejan hace tiempo de que los grandes complejos reciben las mayores cuotas. Debe ser cierto, pues el Departamento de Ambiente, Alimentación y Asuntos Rurales del Reino Unido publicó su informe anual sobre los beneficiarios de las citadas contribuciones agrarias y la familia real recibió 1 449 152 euros de esas subvenciones durante los problemáticos pasados 12 meses.
SIN REVERSO
España destaca entre las naciones que como Portugal, Italia, Irlanda, Grecia, aparte de las citadas en párrafos anteriores y varias por ser tratadas, aplican una receta equivocada. El Gobierno de Zapatero sigue recibiendo tantas críticas del Partido Popular que parecieran haberse invertido los papeles ideológicos. La demagogia y el oportunismo se estampan en la derecha española que encuentra, también en este fenómeno, una cortina para ocultar sus escándalos por corrupción o el portazo dado a las investigaciones sobre las víctimas del franquismo.
Como prueba de que existen mejores caminos, un grupo de organizaciones de izquierda hizo pública una propuesta de reformas urgentes en materia tributaria centrada en los contribuyentes con mayor capacidad económica. Se trataría de un complejo de reglas para las rentas superiores y tributos sobre las operaciones bursátiles “para desincentivar los ataques especulativos”, entre normativas estructurales que harían innecesarias las afectaciones sobre salario y pensiones. Sólo un Impuesto sobre la Riqueza permitiría recaudar unos 2 250 millones de euros adicionales al año.
Si la deuda externa española es principalmente privada, sensato sería trabajar sobre ese escenario. Por eso se destaca que en el primer trimestre del 2010 sólo cuatro grandes empresas (los bancos Santander y BBVA y las compañías Telefónica y Endesa) obtuvieron beneficios superiores a todo el ahorro pretendido con el ajuste del Gobierno. Luego los proponentes de alternativas, no carecen de razón.
Algo esencial es advertido por economistas y otros expertos: resulta apremiante cambiar un estado de cosas que coloca a las finanzas y la especulación por encima de los gobiernos. La pérdida del poder político, acaparado o timoneado por el capital financiero, es una de las peores consecuencias del neoliberalismo, afirma en su libro sobre las expresiones actuales del capitalismo, el francés Dominique Pilón, presidente del comité científico de la entidad altermundista Attact, en un retrato de la degradación del sistema expuesto en esos bestiales crecimientos de los déficit, la deuda y la penuria social, (19 millones de trabajadores viven bajo el umbral de la pobreza sólo en Europa) mientras los grandes responsables de la crisis siguen obteniendo ganancias alucinantes.
Tendrá dificultades quien intente comprender cómo es posible que en medio de una crisis internacional tan aguda también un organismo previsto para auxiliar a los países en problemas, logre ingresos cuatro veces superiores a los obtenidos en el 2008. Me refiero al Fondo Monetario Internacional que obtuvo destacados dividendos con las tasas de interés cobradas a las naciones a las cuales exige fuertes apretones causando grandes tensiones sociales cuando los administradores del problema cierran las salidas razonables del laberinto.